domingo, 1 de enero de 2012

diez de la mañana

Diez de la mañana
aún no he dormido.
Café y croissant
para el brindis matutino.
Mientras escribo
en la servilleta,
la gente a mi alrededor,
recién despierta.
Tengo frío, sueño
los pies hinchados.
El dueño del bar rezonga
por mi falta de monedas.
Grita a la camarera,
malhumorado.
Sin embargo,
aunque se empeñen,
nada opaca
mi entusiasmo
ni mi alivio
ni mi calma.
¿Quién me quita
lo bailado?
Afuera hay sol,
las aceras empapadas.
Ahora puedo irme a dormir,
que es madrugada.

(domingo 1 de enero 2012)

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